Escrito por: Alejandra Agudo 20 OCT 2012
Feminista, ecologista y vegetariano. Con estas credenciales se presenta Mikael Gustafsson, presidente de la Comisión de Derechos de la Mujer e Igualdad de Género del Parlamento Europeo.
Este sueco de 46 años es el primer hombre que ostenta este cargo desde
que se creó en 1984. Desde que hace un años asumió el puesto ha recibido
las críticas de quienes piensan que un varón no debe ocupar su sillón.
Pero él se ha propuesto romper con la creencia de que solo las mujeres
pueden luchar por la igualdad.
“La igualdad de género es una cuestión de democracia, de derechos humanos. ¡Claro que afecta a los hombres!”.
Gustafsson explica que su familia es uno de los motivos por los que dudó si aceptar el puesto. “Significaba estar lejos de casa. No quería ser el típico hombre que se marcha para trabajar mientras la esposa cuida de los hijos”, dice. Pero su mujer —“ella también es feminista”, apunta— le convenció. “Me preguntó si yo haría lo mismo por ella y respondí que sí”, recuerda. Reconoce, sin embargo, que si sus hijos, de 16 y 18 años, hubieran sido más pequeños no habría aceptado.
Miembro del Partido de Izquierda de su país —“históricamente feminista”, el término salpica toda la conversación—, Gustafsson explica que asumió el cargo porque cree que desde la política se puede erradicar el machismo. “Seré raro, pero pienso que se puede cambiar la sociedad desde el debate”. No admite discusión, sin embargo, cuando se decide quién cocina en casa. “Siempre lo hago yo, mi mujer es un desastre”. Y añade: “Pero me gustaría ser como ella, es mejor que yo”. Los fogones no son lo único de lo que se encarga. “Tenemos divididas las tareas. Limpio y doblo los calcetines”, detalla.
Al político le preocupa trasladar a su comportamiento lo que predica. “Intento romper con los estereotipos en los que he sido educado”. Pero sabe que por mucho que empatice con el sexo femenino “nunca, nunca, nunca” sabrá cómo es ser una mujer. “No puedo experimentar la violencia de género o la discriminación como ellas. Soy un hombre”. Por eso el parlamentario dice que es muy importante “escuchar”. Su esposa y su hija son sus consejeras, pero también aprende de las féminas de su equipo. “Les pido que me hablen claro y a veces son muy duras y me dicen: ‘¡Lo estás haciendo mal!”.
Una de las prioridades de Gustafsson es luchar contra la violencia machista. “Es un reflejo de la sociedad”, explica. “No todos lo hacen, por supuesto, pero si un hombre se toma la libertad de pegar a su pareja es porque cree que tiene permiso”. Pero lo que es “extremadamente importante” para alcanzar la igualdad es, según el político, un Estado de bienestar fuerte. “Los Gobiernos están aprovechando la crisis para desmantelarlo. ¿Adivina quién cuidará de los necesitados si no lo hay? No será un hombre”, responde irónico. Por eso le preocupan los recortes en servicios sociales que se están aplicando en muchos países europeos, entre ellos, España.
“La igualdad de género es una cuestión de democracia, de derechos humanos. ¡Claro que afecta a los hombres!”.
Gustafsson explica que su familia es uno de los motivos por los que dudó si aceptar el puesto. “Significaba estar lejos de casa. No quería ser el típico hombre que se marcha para trabajar mientras la esposa cuida de los hijos”, dice. Pero su mujer —“ella también es feminista”, apunta— le convenció. “Me preguntó si yo haría lo mismo por ella y respondí que sí”, recuerda. Reconoce, sin embargo, que si sus hijos, de 16 y 18 años, hubieran sido más pequeños no habría aceptado.
Miembro del Partido de Izquierda de su país —“históricamente feminista”, el término salpica toda la conversación—, Gustafsson explica que asumió el cargo porque cree que desde la política se puede erradicar el machismo. “Seré raro, pero pienso que se puede cambiar la sociedad desde el debate”. No admite discusión, sin embargo, cuando se decide quién cocina en casa. “Siempre lo hago yo, mi mujer es un desastre”. Y añade: “Pero me gustaría ser como ella, es mejor que yo”. Los fogones no son lo único de lo que se encarga. “Tenemos divididas las tareas. Limpio y doblo los calcetines”, detalla.
Al político le preocupa trasladar a su comportamiento lo que predica. “Intento romper con los estereotipos en los que he sido educado”. Pero sabe que por mucho que empatice con el sexo femenino “nunca, nunca, nunca” sabrá cómo es ser una mujer. “No puedo experimentar la violencia de género o la discriminación como ellas. Soy un hombre”. Por eso el parlamentario dice que es muy importante “escuchar”. Su esposa y su hija son sus consejeras, pero también aprende de las féminas de su equipo. “Les pido que me hablen claro y a veces son muy duras y me dicen: ‘¡Lo estás haciendo mal!”.
Una de las prioridades de Gustafsson es luchar contra la violencia machista. “Es un reflejo de la sociedad”, explica. “No todos lo hacen, por supuesto, pero si un hombre se toma la libertad de pegar a su pareja es porque cree que tiene permiso”. Pero lo que es “extremadamente importante” para alcanzar la igualdad es, según el político, un Estado de bienestar fuerte. “Los Gobiernos están aprovechando la crisis para desmantelarlo. ¿Adivina quién cuidará de los necesitados si no lo hay? No será un hombre”, responde irónico. Por eso le preocupan los recortes en servicios sociales que se están aplicando en muchos países europeos, entre ellos, España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario