Penas de 12 años de cárcel a unos padres por practicar la ablación a sus dos hijas
Escrito por Rebeca Carranco,
Barcelona
22 MAY 2013
No está claro quién mutiló a las hijas de Binta Sankano y Sekou
Tutay. Tampoco se sabe la fecha exacta, ni dónde se hizo. Pero la
Audiencia de Barcelona no tiene ninguna duda de que cuando las niñas
acudieron a una exploración ginecológica, el 20 de enero de 2011, las
crías, entonces de 11 y 6 años, no tenían clítoris. Sus
padres sostuvieron en el juicio que entre 2010, fecha de su última
revisión, en la que sus órganos genitales estaban intactos, y 2011,
cuando se detectó la extirpación, no habían viajado a su país de origen, Gambia, ni habían abandonado España por ningún otro motivo.
Por ello, la sección novena de la Audiencia Provincial de Barcelona
considera a los progenitores responsables de dos delitos de mutilación
genital femenina, y les condena a seis años de prisión por cada uno de
ellos. En total, 24 años para los progenitores. El tribunal se basa en
los diferentes testigos realizados durante el juicio, empezando por el
de los propios acusados.
Este es un de los primeros casos casos de mutilación genital femenina
en España que ha llegado a juicio, según afirmó un experto de la
Generalitat de Cataluña. "No existe constancia de que ese tipo de
intervenciones que se realizan en la clandestinidad se lleven a cabo en
el país, pues lo habitual es que los padres aprovechen un viaje o las
vacaciones para regresar a su país de origen para extirpar el clítoris a
sus hijas", menciona la sentencia.
La madre de las menores "fue rotunda al afirmar que durante dicho
período no había viajado a Gambia, sino que permanecía con las niñas en
España", en su casa de Vilanova i la Geltrú (Barcelona). Negó haber
participado en la mutilación genital, pero fue "esquiva, reacia en sus
respuestas", alegando que "no sabía que tal práctica estaba prohibida y
que constituía una conducta delictiva". Y adujo además que era
analfabeta y que ella ni siquiera sabía si le habían practicado la
ablación de pequeña.
Pero el Ayuntamiento de Vilanova visitó en 2008 a Binta, para
explicarle la postura en España ante la mutilación genital. "La
procesada afirmó asumir, como madre, el compromiso de no practicar a sus
hijas dicha práctica", recoge la sentencia. Aunque en la entrevista se
mostró "contrariada, enfadada" y, posteriormente, "verbalizó que estaba a
favor de la mutilación genital".
El padre de las menores negó también su participación en la
extirpación durante el juicio, apostilló que estaba en contra, y
atribuyó la mutilación al viaje que realizaron en Gambia en 2007, cuando
las niñas se quedaron allí dos años. Algo, sin embargo, que desmiente
la revisión que les hicieron en 2010, cuando no se detectó la ablación.
En el juicio también declararon los facultativos que trataron a las
menores y que comprobaron que en 2010 sus órganos genitales no
presentaban ninguna alteración. Las niñas y su madre, explicaron, se
mostraron "ostensiblemente reticentes" a la exploración. "Parecía no
entender por qué estábamos allí", añadió una ginecóloga.
Un año después, los médicos descubrieron que las niñas "no tenían
clítoris y que no presentaban cicatriz por lo que las mutilaciones no
eran de fechas recientes". Pero el tribunal considera que la fecha es
irrelevante. "De lo que no cabe duda es que acontecieron [las
extirpaciones] durante ese intervalo temporal y como quiera que los
procesados, progenitores, han afirmado que en ese intervalo no viajaron a
Gambia y que permanecieron en España", alega, para defender que es el
tribunal competente.
La Audiencia tampoco acepta que los padres desconociesen que la
práctica está penada en España, puesto que ambos llevaban mucho tiempo
arraigados en España. Y no les practica el eximente de reparación del
daño, a pesar de que los progenitores se han comprometido a someter a
las niñas a una reconstrucción del clítoris. Pero el tribunal considera
que no se pueden basar en una promesa de futuro. Además, los padres no
denunciaron los hechos una vez constataron que las menores habían sido
mutiladas.
La sentencia menciona la "tensión inevitable" cultural entre las
diferentes culturas, flujo del migraciones. En países como Gambia, del
que es originario el matrimonio, la mutilación genital es una cuestión
de tradición, y se practica sin la intención de menoscabar la integridad
física o moral de las menores. Pero el tribunal se acoge a lo defendido
por el ministerio fiscal, que pedía la misma pena, según el cual "el
límite al respeto a las culturas autóctonas se encuentra en el respeto a
los Derechos Humanos, universalmente conocidos, y que actúan como
mínimo denominador intercultural".
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