Desde pequeña quería ser
escritora y aunque no comenzó a publicar a una edad temprana, lleva
escribiendo "toda la vida". Muy aficionada a la lectura
desde su infancia, "algunas de sus compañeras del colegio
Teresianas de Alicante todavía recuerdan que, a veces, sacrificaba
el recreo para quedarse leyendo en el aula".
Estudió periodismo en la
Universidad Autónoma de Barcelona. Trabajó durante tres años en
los informativos de Radio Alicante-SER, después pasó a Radio
Nacional de España (RNE) como responsable de los informativos
locales y provinciales, ejerciendo simultáneamente como corresponsal
de la agencia EFE, y colaborando en los diarios provinciales La
Verdad e Información.
En 1991, después de comprender
que el periodismo le quitaba el tiempo que necesitaba para escribir
ficción, se presentó a una plaza de administrativa en el Servicio
Valenciano de Salud, para tener un horario que le permitiera
dedicarse a su verdadera vocación.
Publicó su primera novela, El
salón de ámbar, a los 37 años, y desde entonces ha venido sacando
un libro cada año o año por medio. El éxito la ha acompañado: sus
obras, que han ganado numerosos lectores y premios, han sido
traducidas a 15 idiomas.
Su cuarta novela, El origen
perdido (2003), generó polémica; el historiador y periodista
argentino Pablo Cingolani se lamentó en 2005 que Asensi no hubiera
citado sus investigaciones como una de las fuentes del libro y
después acusó a la autora de plagio, particularmente de los
resultados de las expediciones al Madidi que dirigió y en las que
participó el antropólogo y escritor Álvaro Díez Astete (quien, a
su vez, escribió una carta abierta a Asensi en la que protestaba por
las tergiversaciones que, según él, hizo ella de declaraciones
suyas).
Carlos Reyés, de la Editorial Planeta, mostró su perplejidad ante las acusaciones de Cingolani y después de comparar los materiales del argentino con el capítulo IV de la novela de Asensi, consideró que no había plagio alguno y que ni siquiera veía un eventual derecho de cita. A pesar de la conclusión a la que llegó Reyés, el 8 de septiembre de 2005 la Cámara de Diputados de Bolivia, país donde se desarrolla la mayor parte de la trama de la novela, aprobó "una declaración en la que acusa a la autora de haber «violado los más elementales derechos de propiedad de Bolivia y los derechos de autor de los miembros de la Expedición Madadi»" y considera que la respuesta de Reyés fue dada "en términos agravantes para la dignidad nacional". Al año siguiente, la justicia boliviana citó a declarar en La Paz a Asensi y Reyés, después de que Cingolani y Díez Astete, "que figura en la novela con su nombre y apellidos reales como un personaje más de la obra", hubieran interpuesto ante los tribunales la demanda correspondiente.
Carlos Reyés, de la Editorial Planeta, mostró su perplejidad ante las acusaciones de Cingolani y después de comparar los materiales del argentino con el capítulo IV de la novela de Asensi, consideró que no había plagio alguno y que ni siquiera veía un eventual derecho de cita. A pesar de la conclusión a la que llegó Reyés, el 8 de septiembre de 2005 la Cámara de Diputados de Bolivia, país donde se desarrolla la mayor parte de la trama de la novela, aprobó "una declaración en la que acusa a la autora de haber «violado los más elementales derechos de propiedad de Bolivia y los derechos de autor de los miembros de la Expedición Madadi»" y considera que la respuesta de Reyés fue dada "en términos agravantes para la dignidad nacional". Al año siguiente, la justicia boliviana citó a declarar en La Paz a Asensi y Reyés, después de que Cingolani y Díez Astete, "que figura en la novela con su nombre y apellidos reales como un personaje más de la obra", hubieran interpuesto ante los tribunales la demanda correspondiente.
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