martes, 28 de mayo de 2013

AGORA

Escrito por José Antonio Salas

Hipatia enseña 

Dentro del recinto donde se encuentra el Museo de Alejandría y el Serapeum, Hipatia (la actriz Rachel Weisz) enseña matemáticas, astronomía y filosofía a los hijos de la élite de Alejandría. Entre sus alumnos está Orestes (el actor Oscar Isaac) y Sinesio (el actor Rupert Evans). También el joven esclavo Davo (el actor Max Minghella) enamorado de Hipatia, presente en las clases como ayudante, escucha con atención las enseñanzas de su ama. Orestes -que llegará a ser el Prefecto romano en Alejandría- también se enamora de la hermosa y cautivadora maestra, pretendiéndola en matrimonio.

La revueltas y los enfrentamientos 

En los barrios de la ciudad reina el descontento, los cristianos muestran su creciente fortaleza burlándose del dios greco-egipcio Serapis, a quien consideran un falso Dios, un Dios pagano. La actitud provocadora de los cristianos desencadena un ataque mortal contra ellos que será el comienzo de una espiral de violencia cruzada entre las distintas facciones religiosas -cristianos, greco-egipcios, judíos y los distintos estamentos de poder -el patriarcado alejandrino y el poder imperial-. En la primera refriega Teón de Alejandría, padre de Hipatia, es herido de muerte. La violencia crece sin control y la venganza se adueña de Alejandría. Los cristianos, numerosos y bien organizados sitian el recinto sagrado. Ante esta dramática situación Hipatia protege a sus discípulos, de manera especial a los cristianos, y entre ellos a Davo, su esclavo. El sitio perdura. Desde Roma el Emperador proclama la inmediata expulsión del recinto de sus moradores legitimando a los cristianos.

El asalto y la victoria cristiana 

La situación es desesperada, atrapada tras los muros la astrónoma Hipatia lucha por salvar los pergaminos que guardan la sabiduría del mundo antiguo. Junto a ella resiste Davo, que se debate entre el amor que le profesa y la libertad que podría alcanzar uniéndose al imparable ascenso de los cristianos. Davo es manumitido por su ama Hipatia que huye acongojada junto a sus discípulos y los patricios. La expulsión se consuma: los edificios son expoliados y arrasados.

Pero la paz no llega. La provocación de los cristianos a los judíos en una representación teatral y la falta de respuesta de la autoridad hace que estos se tomen la justicia por su mano -con una encerrona en la que mueren numerosos cristianos- pero que de nada servirá ya que los judíos serán finalmente masacrados y expulsados de la ciudad. Los cristianos consolidan su poder y lo aplican sin misericordia.
La expulsión de Hipatia y los suyos de los edificios oficiales y emblemáticos -que han quedado en manos de los cristianos- no parece ser suficiente. Los jerarcas cristianos confabulan contra el prefecto Orestes a quien quieren obligar ante la Biblia a que abjure de su fidelidad a Hipatia.

La desolación 

La vida de Hipatia está en riesgo. Ella representa la negación del patriarcado y de los patriarcas cristianos: una mujer no sometida a ningún hombre, culta, reconocida matemática y astrónoma, admirada por sus discípulos que además se niega a convertirse a una religión en la que no cree, el cristianismo.

Ante la Biblia, el obispo Cirilo de Alejandría condena a Hipatia por pagana y bruja y ordena su lapidación. Los seguidores del obispo buscan por las calles tumultuosas de Alejandría a Hipatia para ejecutarla. En la algarabía, Davo, su antiguo esclavo, aún enamorado, también la busca con el fin de salvarla de los seguidores de Cirilo, pero cuando la encuentra, ya es demasiado tarde, debido a que ya se encontraba en camino para su ejecución. Davo decide seguirlos y antes de que Hipatia sea apedreada, descuartizada y arrastrada por las calles, le quita la vida durante un momento de descuido de parte de los ejecutores para evitarle cualquier dolor fisico.

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