Después
de meses de surcar el océano, de esquivar piratas y de sobrevivir al
hambre y al escorbuto, 80 mujeres llegaron al nuevo continente en una
endeble embarcación. Era el siglo XVI y las crónicas sólo
hablaban de Colón y de hombres temerarios que se lanzaban al mar. Nadie
hablaba de las primeras mujeres aventureras.
Su
historia como la de otras mujeres que se embarcaron rumbo a América
lleva siglos oculta en documentos y referencias, en historias que
parecen imposibles como la de la vasca Catalina de Erauso, una monja adolescente que huyó del convento disfrazada de hombre para cruzar el Atlántico. Del otro lado del océano se hacía llamar Francisco de Loyola o Alonso Díaz bajo su armadura y su secreto."Las
mujeres de la época estaban en un segundo plano. No podían sentarse en
la misma mesa con un hombre. Eran una propiedad que pasaba de mano de
los padres a los maridos o a los hermanos. No podían salir. En América eran más libres del encorsetamiento que había en la Península Ibérica", comenta a BBC Mundo que reconstruye la historia de esas 80 mujeres.
La
escritora encontró el rastro en los miles de documentos que se
conservan en el Archivo de Indias de Sevilla. La cadena de televisión
Antena 3 de España acaba de producir una serie inspirada en su
investigación.
En 1550 la
corona española envió un barco con 80 doncellas al Río de la Plata con
la misión de casarse con los colonizadores y evitar así el
amancebamiento que ya tenían con las indígenas. Las doncellas no sólo
fracasaron en su misión sino que quedaron varadas en una tierra
desconocida.
Entre piratas y selvas
La mayoría de las doncellas no superaba los 15 años de edad.
Provenían de Extremadura. "Eran mujeres muy jóvenes y sin recursos. Para casarte o incluso para entrar en el convento necesitabas tener una dote. A algunas les impulsaría la curiosidad por el nuevo continente, la libertad", detalla Menéndez.
Provenían de Extremadura. "Eran mujeres muy jóvenes y sin recursos. Para casarte o incluso para entrar en el convento necesitabas tener una dote. A algunas les impulsaría la curiosidad por el nuevo continente, la libertad", detalla Menéndez.
El viaje, no obstante, se transformó en una odisea. El barco fue atacado por piratas franceses, luego se perdió cerca de las costas africanas mientras una pandemia de escorbuto les iba arrancando el cabello y la piel. Al llegar a América un grupo de indígenas las hizo prisioneras.
"Al frente de la expedición estaba una viuda, Mencía de Calderón.
Ella las guió entre la selva con sus corsés y sus largos vestidos
hasta Asunción (Paraguay). En España no se sabía nada de ellas,
pensaban que estaban muertas", describe la escritora. Llegaron a su
destino cinco años después. Ya no había conquistadores para desposar,
la situación política había cambiado y ellas se habían transformado.
"Sus descendientes formaron parte de las élites de Brasil, Uruguay y Paraguay durante años",
agrega la investigadora. Se mataron indígenas pero también se les
defendía. Hay casos de españoles que se consideraban indios. En el caso
de las mujeres su papel fue determinante para el intercambio cultural,
para la transformación que hubo en Europa en temas tan diversos como la
alimentación", detalla la experta.
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