Recuerdo para San Valentín: no todo el mundo elige a su pareja
Escrito por : Luis Enrique Sánchez
Junto con Navidad y Hallowen, hay pocos días en el calendario europeo que despierten más atención que el Día de San Valentín. El amor es algo universal que nos une a todos. Cada año, esta universalidad es usada por comerciantes, la hostelería y los anunciantes para impulsarnos a comprar bienes y servicios para nuestros seres queridos. Así generan miles de millones de euros de una manera despiadada y superficial. La mayoría damos por sentado el derecho a elegir pareja. Es un aspecto fundamental de nuestros derechos humanos que se nos reconozca el control del curso de nuestras vidas, así como la capacidad de elegir carrera, amigos y el lugar donde vivimos.
Lamentablemente muchas y muchos jóvenes de todo el mundo no tienen este derecho. Se estima que 38.000 niñas se casan en todo el mundo cada día. El destino de Tahani de Yemen, que apareció en una reciente exposición de fotografías de la ONU después de haber sido obligada a casarse con un hombre cuatro veces su edad cuando ella tenía solo seis años, es compartido por más de 140 millones de niñas en una década. Son 140 millones de las ciudadanas más vulnerables del mundo, obligadas a vivir vidas que no han elegido, con demasiada frecuencia obligadas a la servidumbre doméstica, despojadas de la educación, sin acceso a la planificación familiar y sin poder elegir cuándo quedarse embarazadas, por lo que no pueden evitar tener que enfrentarse al mayor riesgo para la salud de una mujer joven en los países en desarrollo: el parto. Esta práctica no se limita a determinados países o regiones del mundo. Pueden encontrarse en África, Asia, Europa y América Latina. Las víctimas tienden a tener un rasgo común: viven en extrema pobreza. En una cruel ironía, porque muchos padres ven el matrimonio como una manera de proteger a sus hijas, ya que creen que les proporcionará un hogar, con comida, con futuro y con una familia que (teóricamente) puede protegerlas.
En este Día de San Valentín pido a nuestro gobierno que utilice su potencial. Debemos iniciar un movimiento internacional que proteja a las niñas de la obligación del matrimonio forzoso, prohibiéndolo y haciendo cumplir esta prohibición, lo que permitirá a las mujeres recibir una educación, y a los jóvenes casarse con quienes quieran y cuando quieran.
Es hora de que este día se convierta en algo más que rosas, chocolates o restaurantes. En el día de San Valentín debemos celebrar el ‘camino de San Valentín’ que toda mujer y hombre joven debe poder tomar: el derecho a elegir su pareja y su destino.
Junto con Navidad y Hallowen, hay pocos días en el calendario europeo que despierten más atención que el Día de San Valentín. El amor es algo universal que nos une a todos. Cada año, esta universalidad es usada por comerciantes, la hostelería y los anunciantes para impulsarnos a comprar bienes y servicios para nuestros seres queridos. Así generan miles de millones de euros de una manera despiadada y superficial. La mayoría damos por sentado el derecho a elegir pareja. Es un aspecto fundamental de nuestros derechos humanos que se nos reconozca el control del curso de nuestras vidas, así como la capacidad de elegir carrera, amigos y el lugar donde vivimos.
Lamentablemente muchas y muchos jóvenes de todo el mundo no tienen este derecho. Se estima que 38.000 niñas se casan en todo el mundo cada día. El destino de Tahani de Yemen, que apareció en una reciente exposición de fotografías de la ONU después de haber sido obligada a casarse con un hombre cuatro veces su edad cuando ella tenía solo seis años, es compartido por más de 140 millones de niñas en una década. Son 140 millones de las ciudadanas más vulnerables del mundo, obligadas a vivir vidas que no han elegido, con demasiada frecuencia obligadas a la servidumbre doméstica, despojadas de la educación, sin acceso a la planificación familiar y sin poder elegir cuándo quedarse embarazadas, por lo que no pueden evitar tener que enfrentarse al mayor riesgo para la salud de una mujer joven en los países en desarrollo: el parto. Esta práctica no se limita a determinados países o regiones del mundo. Pueden encontrarse en África, Asia, Europa y América Latina. Las víctimas tienden a tener un rasgo común: viven en extrema pobreza. En una cruel ironía, porque muchos padres ven el matrimonio como una manera de proteger a sus hijas, ya que creen que les proporcionará un hogar, con comida, con futuro y con una familia que (teóricamente) puede protegerlas.
En este Día de San Valentín pido a nuestro gobierno que utilice su potencial. Debemos iniciar un movimiento internacional que proteja a las niñas de la obligación del matrimonio forzoso, prohibiéndolo y haciendo cumplir esta prohibición, lo que permitirá a las mujeres recibir una educación, y a los jóvenes casarse con quienes quieran y cuando quieran.
Es hora de que este día se convierta en algo más que rosas, chocolates o restaurantes. En el día de San Valentín debemos celebrar el ‘camino de San Valentín’ que toda mujer y hombre joven debe poder tomar: el derecho a elegir su pareja y su destino.
Luis Enrique Sánchez es presidente de la Federación Planificación Familiar Estatal